
Esa noche después de una caminata de frío, llegué a mi casa, me senté y escribí. Querés saber una historia. Digamos por dónde empiezo. Porque todo tiene un comienzo. Como también su fín. Pero el final lo dejamos para luego porque todavía no llegué.. A ver, mi comienzo, yo creo que siempre me entendí. Las veces que me he bajado del carro y me puse a pensar, he llegado a una conclusión. O al menos a un cachito de respuesta a aquella pregunta que existía en mi cabeza. Sin duda, soy una persona que sólo aprende a lastimar y sabe muy bien que así no es, que así no es. Que quiere justamente lo que no tiene o quizá tienen los demás. Sé que es así, lo sé. Probablemente, me hago la desentendida ya que no quiero ver la realidad de las cosas. Porque hay veces que cuando ves tu realidad, tenes que tomar decisiones y tomarlas de inmediato porque el tren no quiere esperar. Hoy estoy sentada al lado de mi realidad. Nos reímos las dos. Y mi conciencia y yo pensamos qué delirio por Dios! Y así ves, mi realidad es ésta. Sé que tengo frente a mí algo que me hará bien, pero a la misma vez no me va a llenar. Me gusta quemarme con las cosas que tengo, con las cosas que me pasan. Y en este momento sé que no debo ni puedo hacerlo. Es arriesgarme a estar bien completamente y a lastimar también. Y yo no quiero eso. Prefiero quedarme así y esperar aquello que no sea tan perfecto para mí. Sí, soy una persona especial. Puede que piensen que estoy loca y sí, lo estoy. Y me gusta estar loca y andar delirando por ahí. Pensaran algunos, pobre, no se entiende ni ella. Pobre digo yo, que lamentablemente yo me entiendo bastante.
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